Lo que dejamos en el anterior artículo publicado y los vídeos que os hemos enseñado, también ocurre con los perros.
Seguro que la persona que tiene uno sabe de lo que estamos hablando... Cuando
pronuncias su nombre te miran y cuando le hablas, ellos parece que te
entienden, como cuando le dices 'vamos a la calle' o 'dame la patita' o incluso
cuando le reñimos.
Después de ver este vídeo, ¿piensas que es cierto que estos
animales son capaces de entender a los humanos, o no?
Pues sí, los canes son capaces de entendernos y hay un
estudio científico que llegó a esta conclusión. Los humanos usamos el
hemisferio izquierdo del cerebro para procesar las palabras y el derecho, para interpretarlas.
Estas mismas zonas son utilizadas por los perros para procesar el lenguaje.
Aunque no son capaces de comprender el lenguaje tal y como hacemos nosotros, si que saben distinguir una felicitación de una regañina, dependiendo sobre todo de la
entonación de las palabras. Todo esto es posible, porque el perro mantiene una
sociedad, un vínculo con el ser humano, por lo que prestan mayor atención a lo que le
decimos que otras especies animales. Además, los perros son capaces de aprender
unas 160 palabras aproximadamente.
En el siguiente enlace, se explica dicho estudio:
Dentro de este campo, debemos nombrar al fisiólogo y
neurólogo ruso Ivan Pavlov, quien realizó experimentos de reflejo condicionado
y que por sus hallazgos, recibió un premio Nobel.
El reflejo condicionado, es
una respuesta no innata a un estímulo dado, y que el individuo adquiere
mediante el aprendizaje. El experimento de Pavlov consistía en que cada vez que
le daba de comer a un perro, hacía sonar una campana, y después de varias
ocasiones, Pavlov tocaba la campana sin darle de comer y éste aún así,
salivaba. Esto quiere decir que el perro había asociado el sonido con la
comida. El captaba un reflejo (sonido de la campana) y realizaba respuesta (salivación).
En definitiva, los perros además de otras especies, pueden
llegar a entendernos porque cuando escuchan lo que decimos, asocian esa palabra
a algo que conocen. Por ejemplo: cuando le decimos ‘siéntate’, ellos saben lo
que significa porque al enseñarle la palabra se le ofrece una recompensa y
llega un momento en el que al repetirle la palabra ellos te hacen caso porque
esperan la recompensa.
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